Antes de sembrar trufas debemos conocer un concepto imprescindible desde el inicio de la plantación trufera. Debemos saber que la trufa no es una planta, sino un hongo que vive en simbiosis con las raíces de una planta. No puede vivir sin la existencia de esta planta, en cuyas raíces aloja su micelio y de la que obtiene su alimento.
Esta simbiosis se llama micorriza, término que el agricultor debe ir aprendiendo puesto que de ello depende el éxito de nuestra plantación.
Es decir, es imposible cultivar trufas independientemente, tenemos que cultivar juntos a los dos organismos que intervienen en la micorriza: plantas y trufas. Y lo más importante, tenemos que hacer que ambas permanezcan juntas cuanto más años mejor: 30, 50, o 100 años. El periodo de fructificación de la trufa es muy largo, y eso nos viene muy bien para nuestro bolsillo, pudiendo ser rentable a lo largo de toda una vida.
Es un cultivo alternativo, el mejor cultivo sostenible.
¿Cómo hacemos para que esta micorriza o relación simbiótica entre el hongo y la planta se mantenga durante tanto tiempo?. Fácil, y muy difícil a la vez: primero tenemos que saber que un hongo, tiene unos requerimientos para vivir muy diferentes a los de una planta, y tenemos que proporcionarle esos requerimientos y condiciones. Simultáneamente hay que conseguir que la planta trufera se desarrolle de forma aceptable. Normalmente tendemos a considerar que una encina trufera o carrasca, al ser una planta silvestre, es muy fácil de cultivar. Pero, no es así, y cuando la cultivamos comprobamos que también tiene sus enfermedades y presenta ciertas necesidades, como les ocurre a las plantas cultivadas.
Si desde el principio entendemos que tenemos que cultivar a dos organismos simultáneamente; que estos se nutren o comen de cosas diferentes y de diferente forma; que tienen necesidades muy diferentes, pero complementarias; y que el suelo es el medio en el que se desarrollan y conviven. Solo entonces tendremos éxito en nuestra plantación.
Por tanto, la existencia de un buen suelo es uno de los pilares básicos en truficultura, y el incorporar o preparar un buen sustrato trufero, haciendo pozos o nidos de trufas, con los componentes adecuados para el hongo y la planta, es una práctica muy recomendable.
Debemos informarnos bien de estos aspectos, y obtener información fiable de técnicos competentes o expertos en esta materia.
En este blog pretendemos ir compartiendo sucesivamente nuestros propios conocimientos, y los que vayamos adquiriendo como consecuencia de nuestras investigaciones.
Es un cultivo alternativo, el mejor cultivo sostenible.
¿Cómo hacemos para que esta micorriza o relación simbiótica entre el hongo y la planta se mantenga durante tanto tiempo?. Fácil, y muy difícil a la vez: primero tenemos que saber que un hongo, tiene unos requerimientos para vivir muy diferentes a los de una planta, y tenemos que proporcionarle esos requerimientos y condiciones. Simultáneamente hay que conseguir que la planta trufera se desarrolle de forma aceptable. Normalmente tendemos a considerar que una encina trufera o carrasca, al ser una planta silvestre, es muy fácil de cultivar. Pero, no es así, y cuando la cultivamos comprobamos que también tiene sus enfermedades y presenta ciertas necesidades, como les ocurre a las plantas cultivadas.
Si desde el principio entendemos que tenemos que cultivar a dos organismos simultáneamente; que estos se nutren o comen de cosas diferentes y de diferente forma; que tienen necesidades muy diferentes, pero complementarias; y que el suelo es el medio en el que se desarrollan y conviven. Solo entonces tendremos éxito en nuestra plantación.
Por tanto, la existencia de un buen suelo es uno de los pilares básicos en truficultura, y el incorporar o preparar un buen sustrato trufero, haciendo pozos o nidos de trufas, con los componentes adecuados para el hongo y la planta, es una práctica muy recomendable.
Debemos informarnos bien de estos aspectos, y obtener información fiable de técnicos competentes o expertos en esta materia.
En este blog pretendemos ir compartiendo sucesivamente nuestros propios conocimientos, y los que vayamos adquiriendo como consecuencia de nuestras investigaciones.